Democracia formal y Democracia material

La cultura europea no ha separado con distinción los conceptos de democracia política y democracia social. El hecho de que la palabra democracia designe, entre nosotros, tanto la forma de gobierno causada por la libertad política, como el grado de igualdad real en los miembros de una misma comunidad, es fuente de continuos malentendidos, no solo en la discusión política entre partidos, sino incluso en la enseñanza universitaria y en el lenguaje académico. La igualdad de derechos y de oportunidades son requisitos de la democracia política. Mientras que la igualación en salarios, sanidad, educación y demás servicios públicos, lo que se llama Estado de bienestar, es una exigencia de la democracia social.

Prescindiendo, por ahora, del origen revolucionario (1793) de esta equiparación terminológica entre una regla formal para el juego político, y un criterio de justicia para la distribución social de la riqueza, lo que importa saber es que la regla constituye el juego antes de comenzar la competición, mientras que el criterio de justicia social, el acercamiento a la democracia material, depende de la ideología de los vencedores en el juego.

Las presupuestos de la democracia formal son: 1º) todos pueden participar en el juego en condiciones de igualdad; 2º) el juego se desarrolla en el campo de la sociedad política; 3º) las decisiones se toman por votación de mayorías y minorías. Las reglas son: representación de la Sociedad y separación de poderes en el Estado. La dictadura eliminó la competencia por el poder, o sea, la libertad política. La Transición, por miedo a esta clase de libertad, redujo el juego a una competición entre partidos políticamente correctos (contra el presupuesto 1º), integrados en el Estado (contra el 2º) y en un consenso (contra el 3ª). Por miedo al control de los electores, adoptó el sistema proporcional de listas. Y por miedo al control de la corrupción, no separó los poderes del Estado.

Sin libertad política, sin sociedad política intermedia entre la sociedad civil y el Estado, los partidos pasaron desde la clandestinidad al Estado, eludiendo la democracia formal y apoyándose en la demagogia de las libertades personales antes reprimidas. En tanto que elementos estatales, sindicados en una oligarquía de poder, los partidos dejaron huérfana de representación política a la sociedad. Y ante la crisis de un Estado que no puede defenderla, no tiene a quien dirigirse para evitar la ruptura de su comunidad nacional. Polybio diagnosticó la salida de las transiciones: las dictaduras degeneran en oligarquías, y éstas, en democracias.

23 comentarios en “Democracia formal y Democracia material

  1. Agradecido dice:

    Buenos dias y mi profundo agradecimiento por darnos a todos los que leemos este blog la oportunidad de refrescarnos y aliviarnos del yermo de la «realidad oficial» en el que estamos inmersos.

    Tengo 44 años, una «menos que buena» formacion intelectual, un inmenso desencanto con la clase politica que me ha tocado sufrir, y un gran deseo de paliar ese sufrimiento.

    Desde que le vi en el programa «500 Claves de la Transicion» tengo claro que «esto que hay» no es democracia.

    Sus argumentaciones en aquel debate son un ejemplo de claridad expositiva, y a la vez lo son de como se puede estar diciendo verdad ante oidos intensamente sordos.

    Si nuestra sociedad tuviera una minima decencia intelectual, ese debate deberia ser de vision obligatoria en todos los centros educativos.

    Gracias de nuevo por este blog

  2. Martín-Miguel Rubio Esteban dice:

    Querido amigo y mi mejor maestro: Durante toda la historia de la República Romana el desarrollo de la democracia formal, que no fue otra cosa que la dignificación del ciudadano con el oro de la libertad, llevó aparejada una mejora de las condiciones vitales del cuerpo cívico o «populus». La prístina dignidad de los cargos republicanos fue compatible siempre con la modestia y el trabajo agrícola ( Cincinato ), pero jamás se permitió que tal dignidad se manchase con el fango de la miseria. Por otro lado, en nombre de la libertad política las leyes pusieron importantes frenos a la codicia desmedida ( Leyes Licinias ). Además, al tener las siete clases censitarias con derecho a voto un mínimo de renta anual, revisable de acuerdo a la inflación o deflación de la economía, se evitó siempre que el votante – grande o pequeño accionista del Estado – pudiera ser un ciudadano con hambre, «esse civem cum fame». Del mismo modo la democracia política ( o formal ) generó la democracia militar ( el pueblo elegía 16 tribunos militares para 4 legiones y los duunviros navales para la flotan ). La política entraba en todas las esferas de la vida y sin un mandato del pueblo nadie podía sancionar nada que obligase al pueblo. En eso consistía la libertad para los antiguos. Cuando un general se rendía ante los enemigos ( caso de las Horcas Caudinas ) los romanos podían reanudar la guerra sin transgredir ningún pacto, pues la decisión particular de un general no conllevaba ninguna obligación para con el pueblo. En resumen, la libertad política enriqueció también «la materia» de la que se hacen las sociedades de los hombres. Un abrazo, Martín-Miguel Rubio Esteban

  3. Antonio Garcia-Trevijano dice:

    Respuesta.

    Querido Martin-Miguel

    Esta es la aportación que esperaba de tu cultura clásica. Tampoco hoy la libertad politica es un asunto ajeno a la igualdad. En primer lugar porque ésta es inalcanzable sin aquella. En segundo lugar, la igualdad de oportunidades o de condiciones ha dejado de ser asunto social para convertirse en un derecho político. Esto lo explicaré en un artículo. En tercer lugar, el llamado Estado de bienestar no es irreversible. Y en cuanto lugar, la libertad política, no solo afecta a la libertad sindical, sino que fundamenta el derecho de los electores de distrito a revocar las diputaciones antes de que terminen sus mandatos, si no cumplen el pacto electoral. La teoría de Burke ya no es válida. Lo fundamentaré en otro articulo. Magnífico tu resumen. Espero que haga reaccionar a D’Anton. Abrazos.

  4. F. Rubiales dice:

    Antonio: acabo de descubrir tu blog y te felicito. Te admiro desde los lejanos tiempos del diario Madrid, donde colaboré, siendo estudiante de periodismo, hasta su cierre. Para mi sería un urgullo que estableciéramos un enlace mutuo. Supongo que conoces mi blog Voto en Blanco ( http://www.votoenblanco.com )

    Te visitaré con frecuencia.

    Un cordial saludo.

    Fco. Rubiales

  5. Oliver dice:

    Agradezco, personalmente, al señor García-Trevijano el esfuerzo intelectual de pulir los conceptos políticos hasta darles un esplendor hasta ahora desconocido.

    Los que somos legos en la materia, pero amamos la libertad y vemos en la República Constitucional, tal como él la ha fundamentado, una auténtica revolución política y moral, estaremos siempre a su lado, como humildes colaboradores y leales amigos.

    Un abrazo, D. Antonio.

  6. Antonio Garcia Trevijano dice:

    Admirado Oliver.

    Sin conocernos, ha sido tu idealismo, y el de David, el precipitante de mi comprometido paso al mundo de Internet. No te equivocas, la libertad politica solo la puede conquistar una revolución de la mejor parte de la sociedad. Revolución pacifica, pues no se vislumbra ninguna causa social, motivo ni ambición de categoría, para la violencia civil o el conflicto de clases. Revolución cultural, pues apenas hay idea verdadera entre las que sostienen a esta Monarquía de Partidos. Revolución moral, pues la deslealtad ha forjado la ética de la Transión. Revolución de la sinceridad contra la hipocresía, de la belleza de la claridad en lo públicó, contra el obscurantismo económico de las fuentes de la opinión y del consenso. Ni más ni menos que una revolución por la libertad. Gracias por el empujón. Te abrazo.

  7. Juan José Sánchez Zamora dice:

    ¿Y como se casa el primer principio con el segundo?

    ¿Acaso no son los partidos políticos la parte de la sociedad denominada «política»?

    Parece lógico pensar que es mas justa una financiación de los partidos por parte del estado y se garantiza mejor el juego en condiciones de igualdad. Porque, ¿Quién financiaría entonces a los partidos políticos? ¿los oligopolios empresariales, como ocurre en Usa? ¿Acaso los grupos fácticos?.
    Entonces la democracia nacería ya corrompida y desvirtuada pues daría el poder a los mas poderosos infringiendo el primer principio.

    ¿Acaso no es mejor que los grandes asuntos de estado, como la inmigración, las pensiones, la educación, la política hidráulica y el terrorismo, entre otros, no se traten por consenso entre las diversas fuerzas políticas?
    Ahora comprobamos la lacra social que suponen los cambios en las tres últimas que he citado, con los continuos cambios, según cambian las mayorías.

    Estas son inquietudes de la gente corriente que no he sido capaz de rebatir.

    Saludos a todos.

  8. Martín-Miguel Rubio Esteban dice:

    Estimado Sr. Sánchez Zamora: Los partidos políticos no sólo no son connaturales con la Democracia, sino que la primera Democracia ( Atenas ) los prohibió en su Constitución. Berstein admitía los partidos políticos en su «Parlamentarismo y Democracia» en cuanto «mal menor» en sociedades densamente pobladas, difíciles de articular tecnológicamente su opinión pública. En Atenas y Roma el poder se ejercía siempre desde el «idiÎtes» en su sentido originario de individuo aislado y particular. Era el «idiota» aislado, totalmente singular, quien influía o se dejaba influir por otros «idiotas» en la Asamblea o Los Tribunales. Cualquier ciudadano podía llevar a debate su particular visión sobre el mundo y dar propuestas concretas que se rematarían en leyes con el nombre del idiota proponente ( en Atenas, mediante los decretos no-probouleumáticos, y en Roma, en los comitia tributa, poniendo el texto legal sobre la mesa del pretor ). Más aún, la Democracia ateniense y la república romana siempre persiguieron con toda su fuerza a las «hetaireiai», especie de sociedades de «niños bien», «barbatuli iuvenes», en el sentido de clubes políticos, antecedentes claros de nuestros partidos políticos. Miembros de estos clubes, como Ergocles y muchos más, fueron condenados a muerte por la democracia ateniense, que veía en estas sociedades minoritarias el peligro de «oligarquizar» la política, usurpando el poder político a los «idiotas», entraña misma de la Democracia. En la república romana, a pesar de los «bloques antagónicos» de Optimates y Populares, la Lex de Ambitu, 0 De corrupción electoral, prohibía las instituciones o maquinarias políticas que intentaban concentrar los votos en una dirección a espaldas de los Comitia Centuriata ( véase el discurso de Cicerón «Pro Lucio Murena» ). Por otra parte, es lógico que en las Democracias Antiguas, donde participaban directamente en la cosa pública tan masivos contingenets de ciudadanos ( 6.000 o 7.000 en Atenas, y hasta 450.000 ciudadanos en Roma reunidos en el Campo de Marte ), no hicieran falta para nada – aparte de representar un atentado contra el ideal democrático – los partidos políticos. Pero en la actualidad, con la apropiación o secuestro de la cosa pública por parte de los Partidos, al «idiÎtes», al ciudadano de a pie, se le veda la posibilidad de participar directamente en la gestión de los intereses que son de todos. Obviamente, Bentham ya se dio cuenta que en las naciones actuales, compuestas de millones de ciudadanos, se impone la necesidad de un vicariato político, del liberalismo representativo, y de unas estructuras que articulen las preferencias de los ciudadanos; pero en todo caso esos «entes» deberán moverse siempre en la sociedad civil, y no se les deberá ocurrir jamás conquistar el Estado. Por eso, la teoría sobre la Democracia trevijanista no sólo es pertinente, sino que se funda en la definición esencial del término griego «Dêmocratía». Para un griego del siglo IV. a. de Cristo lo más parecido de nuestros partidos políticos hubiese sido la Constitución de los Treinta Tiranos, y para un Romando del siglo III a. C. lo más semejante hubiese sido la horrible época de los «Decemviros», en la que se conculcaron todos los derechos civiles de los «cives» tan trabajosamente conquistados.

  9. Antonio Garcia Trevijano dice:

    El primer principio se refiere a la igualdad de oportunidades de partidos, asociaciones e individuos para entrar en la liza. El segundo exige que las elecciones se desarrollen en la sociedad politica (partidos, asociaciones electorales, candidatos uninominales, medios de comunicacion, sindicatos, patronales, empresas de sondeos, etc), sin que los elementos del Estado (gobierno, funcionarios, etc), intervengan. Cuando los partidos son estatales, como en esta Monaqruía, no hay sociedad politica. Solo sociedad civil y Estado. Los partidos, pagados con fondos públicos, son por sus funciones órganos del Estado, y no pueden representar a la sociedad civil. Eso es lo propio de los Estados totalitarios.

    La financiación de los partidos en una democracia no es problema. Prohición de donaciones y subvenciones. Los partidos costean sus gastos ordinarios con las cuotas de sus militantes. Las campañas electorales deben ser cortas y gratuitas, en distritos pequeños. Los medios de información presentes en el distrito podrán espacios y tiempos a disposición de los candidatos, de manera equitativa. Sus objecciones, pertinentes en una oligarquía de partidos estales, desaparecen en una democracia. Con afecto.

  10. Antonio Garcia-Trevijano dice:

    Mi anterior respuesta está exclusivamente dirigida a Juan José, y está fundamentada en mis libros. El comentario de Martín-Miguel, ademas de ser largo, contiene la expresión «democracia trevijanista» que rechazo, pues la democracia no tiene adjetivos. Los partidos, prohibidos también en la Gran Revolución, son absolutamente legítimos como derivados de la libertad de asociación. Solo combato los partidos estales. Las objecciones de Juan José son muy serias y requieren respuestas muy claras.

  11. D'Anton dice:

    Estimado señor Trevijano:

    Disfruto de su página porque es un bien escaso. Me permito, sin embargo, lanzar un reto a sus sagaces, inquietos y bondadosos interlocutores: exponer una idea argumentada en diez líneas. Sé que es difícil cuando se dispone de saberes enciclopédicos,pero no hay que desfallecer en el esfuerzo de síntesis.Mi admirado Martín Miguel Rubio, de quien creo que leí todos sus artículos en «La Razón», goza de unos conocimientos que a todos nos enriquecen. Estoy seguro de que aceptará una opinión: ni la Historia cabe en un folio, ni todos los acontecimientos históricos pueden relacionarse entre sí como si el tiempo no hubiera transcurrido entre ellos.Seguro que él sabe sacar cada día la referencia más pertinente y, por supuesto, más adecuada para el análisis de nuestro tiempo, que bastante nos da que pensar. Y como se me han acabado las diez líneas, dejo para mañana las historias de romanos, las comedias de partidos, las epopeyas sobre la libertad y alguna tragedia de esta ciudadanía española algo sumisa, pero muy manipulada.

  12. Pedro M. González (Club Republicano) dice:

    En mi modestia opino que los problemas no son los partidos sino su articulación y funcionamiento como exlusivos actores de la sociedad política.
    Su posición en el engranaje psudoconstitucional se produce de arriba hacia abajo, como flor de invernadero, dimanando del estado hacia la sociedad civil y no al revés, de tal forma que se constituyen como verdaderas instancias u órganos administrativos en el que sólo se nos invita a participar, de tal forma que llegan ya organizados y financiados a la ciudadanía, es decir como tentáculos del estado en lugar de nacer de la sociedad para ejercer la administración estatal, de tal forma que son inservibles para que el cuerpo electoral pueda controlar o ejercer el poder político.

    Pasamos así del partido único gubernamental al oligopolio competitivo del «numerus clausus» político.

    Similar razonamiento cabría inferirse del sindicalismo organizado en el actual sistema, en el que pasamos del sindicato vertical único a los varios sindicatos organizados y financiados desde arriba, invitados a la mesa y alimentados en cuanto acaten y participen en el sistema conforme se espera de ellos.

  13. Antonio GarciaTrevijano dice:

    Describes a la perfecion los efectos nefastos de los partidos y sindicatos, cuando son estatales, no solo financiados por el Estado, su dueño, sino verdaderos órganos verticales del mismo, como en la dictadura el partido y el sindicato únicos. Los efectos hay ue combatirlos elminando sus causas, no con paliativos. Hay que sacarlos del Estado, porque creemos en la necesidad de partidos y sindicatos pertenecientes a la sociedad. No como un mal menor. Sino como un bien que nace de la libertad de asociación. Saludos.

  14. Martín-Miguel Rubio Esteban dice:

    Querido amigo y maestro: Me refiero a tu teoría sobre la democracia, y tal adjetivo prosoponímico no lo aplicaba a la democracia. Se trata de una oración hiperbática. Un abrazo

  15. Luis A. Vázquez dice:

    La aparición de este Blog me da ocasión para decirle al Sr. Antonio García-Trevijano: gracias.El laconismo de la expresión no pretende reducir ni la dificultad ni el gozo de la lectura que artículos y libros suyos me han deparado,tampoco el reconocimiento del gran esfuerzo intelectual y emocional que supongo le han comportado,a tal punto que hoy dia no me puedo imaginar tratando de interpretar y mirar el mundo (a mi mismo) sin el punto de vista de la libertad política por Ud. desarrollado.De lo que yo he podido aprehender, quiero decir.
    Menos optimista de la inteligencia, quizá, me resulta dificil identificar el sujeto laocrático de este tiempo, cuando no lo está determinado en primera instancia ni por las clases ni por el nacionalismo.Menos confiado que Polybio, observo cómo una reacción social tan admirable e inteligente como «Ciudadanos de Catalunya» sintetiza su propuesta con este eslogan : «cambia de políticos, no de Estatut»
    Con respeto,

  16. Rak dice:

    sobre la oligarquía y la democracia.

    Rak [2006-06-19 18:16:01]

    Estoy totalmente de acuerdo con lo expuesto, es más , tal como está entendida la democracia en nuestro país, es tal la situación que se votan a unas listas por votar algo. Realmente en la situación que estamos, sería exáctamente lo mismo votar al «cabeza del partido», y una vez que éste salga designe a los componentes de sus listas, pues de antemano todos sabemos que los miembros que cada partido lleva no son elegidos por los militantes, sino «por quien lleva la sartén por el mango», y las disputas internas, son entre los «listables», para ver qué número ocupan, y así ver las posibilidades de tener «cargo».
    Salud!

    http://www.kaosenlared.net/noticia.php?id_noticia=19898

  17. Herminio dice:

    Y este parece no estarlo tanto.

    [2006-06-21 21:00:32]

    Estimado maestro:
    En primer lugar, le ruego que me disculpe el apelativo. Siempre he soñado con tener un maestro al cual poder dirigirme para preguntar, o para hablar, simplemente. Para mí nunca ha sido suficiente con leer e intentar entender así lo que el otro dice. El grado de perfección comunicativa que puede alcanzarse con la comunicación humana directa, y más aún con aquella que consiga prescindir de las palabras, nunca se verá superado por ningún otro medio. Pero bueno, es esto lo que tenemos, permítame que lo utilice para dirigirme a usted. Y permítame que me explique antes. Verá:

    A pesar de que Kaosenlared, entre otros, nos ofrece la posibilidad de una interconexión informativa variada, al mismo tiempo que nos brinda la oportunidad de expresar nuestra opinión sobre aquellos contenidos que nos interesen y la de conectar con otras personas concernidas para, incluso, poder profundizar con ellas en el tema, estableciendo un debate enriquecedor, no es frecuente, tampoco aquí, percibir a través de sus páginas el desarrollo de un verdadero interés por éste. Digamos que un verdadero debate, no es un diálogo de sordos mediante el cual cada uno pretende imponerse al contrario. Es lo que se observa, pienso, aunque a muchos ya ni les importa el que el otro sordo hable, les basta con escucharse a sí mismos haciéndose la ilusión de que alguien se interesará por entenderles. Ya no se advierte, ni importa, que el mismo mal que se trata nos aqueje a todos. En realidad tampoco nos importa el remedio, creo.

    Entro ya, y casi directamente. He leído ??Democracia formal y Democracia material?, http://www.kaosenlared.net/noticia.php?id_noticia=19898, ¿Qué puedo decirle de entrada? Admirable, que alguien consiga condensar tanto conocimiento en tan breve espacio. Sin embargo, en estos temas, y en la tarea de aplicación del pensamiento abstracto a la realidad política, o en las de abstraer la realidad social para poder comprenderla y explicarla a los demás, todo son desventajas, al menos para mí: En la brevedad no cabe lo concluyente, si no es prescindiendo de las dudas que nos asaltan constantemente. Al dejarlas sin repuesta, en aras a la precisión, lo cerrado se convierte en impreciso. Si debo aceptar su texto como un conjunto unitario y acabado formalmente, en cambio, debo decirle que, en cuanto a su contenido, para mí genera dudas determinantes, las cuales no he de ocultarle. Sobre él:

    Aceptemos las definiciones contenidas en el primer párrafo sobre los conceptos de democracias política y social como un hecho. Deduzco que lo correcto para usted es aclararlos para mantenerlos separados. ¿También en la realidad a la que hacen referencia?

    Veo que, seguidamente, excluye el equipararlos al mismo tiempo que atribuye a cada cual una función. Según le entiendo: Una es la regla del juego, la otra es el juego en sí. Es decir, norma y realidad o bien la ley y su aplicación. ¿Una el juego, otra el jugar? ¿Y si el juego no admite engaño expresamente, el jugar, si es en verdad un juego, no admite tácitamente las trampas? Si fuese así, ¿forzosamente las reglas no han de sugerir la trampa?

    Empero, en el tercer párrafo, siento una especie de corte. ¿Por qué el haber prescindido de las aportaciones revolucionarias? Bueno, no importa, dejémoslo de momento. Aquí lo que se plantea es una tesis democrática: Los presupuestos y reglas de la democracia formal y su antitesis, que la niega, lo habido en la Transición. Por mi parte, observo que así pudo ser, en términos generales. De hecho lo he vivido y no anda usted alejado, en absoluto, pienso. Me refiero a la antitesis y a que, indudablemente, los presupuestos de la tesis son, ??hoy por hoy?, desconocidos realmente en la práctica política española.

    ¿Debo entender como síntesis el contenido del cuarto párrafo? De momento, así lo veo. Pero en definitiva, no sé… Aunque le entiendo ??creo?? perfectamente en lo que pretende: La democracia formal aún está por llegar, porque ??los partidos dejaron huérfana de representación política a la sociedad.? Se comprende, y es verdad, y es real, sin embargo se me plantean más dudas, que le remito. ¿Se refiere a la sociedad globalmente? ¿A las individualidades que la componen? ¿O se refiere a las clases sociales, a alguna en concreto, por separado? ¿Y no son, teóricamente, los partidos los que deben representarlas? ¿No las han representado en ningún momento de la Transición? Desde luego, en la actualidad y a todos los niveles, es posible que muchos de los españoles no se sientan representados ni como individuos ni como pertenecientes a una clase social. Por otra parte, las posibilidades reales de participación democrática del ciudadano corriente, sobre los asuntos que directamente le conciernen hoy, son, efectivamente, un camelo. Por la mía, entiendo que si la Transición ha fracasado, depende de para quién, para mí la causa fundamental del fracaso tiene también otras raíces diferentes, aunque quizás de experiencia y observación sujetivas, y a pesar de otros condicionamientos determinantes que usted no ha llegado a citar, lógicamente, en su texto; del cual llama mi atención sobremanera la cita con la que finaliza:

    ??Polybio diagnosticó la salida de las transiciones: las dictaduras degeneran en oligarquías, y éstas, en democracias.?

    Si es correcta en adecuación a la síntesis, y correcto el diagnostico, me hace pensar en si no sería inevitable la Transición tal como se ha desarrollado y en que, tal como usted se explica, si así se entiende la democracia, si ésta ha de ser la tendencia, obviando las equiparaciones de ??origen revolucionario (1793)?, ¿no estaremos volviendo a situaciones políticas previas a 1936, salvando, naturalmente, las distancias temporales y los condicionamientos sociales históricos hoy distintos?

    Con mis respetos, Herminio.

  18. octavio dice:

    Don Antonio, salvo algunas discrepancias sobre la legitimidad de la Constitución actual, Usted creo entender que la considera que adolece de falta de legitimidad y yo, que simplemente la considero manifiestamente mejorable ( muy mejorable), indicarle que es un placer leerle o escucharle.

  19. pepe dice:

    Comentario 18: estimado Herminio, todas las dudas que plantea las podrá resolver leyendo la obra de Antonio García Trevijano.

Los comentarios están cerrados.